Orlando Pelayo Entrialgo (n. Gijón; 14 de diciembre de 1920 - f. Oviedo; 15 de marzo de 1990) fue un pintor y grabador español.
Sus padres, Vicente Pelayo González y Honoria Sofía Entrialgo Morís, eran maestros, razón por la cual su residencia fue cambiando según lo hacía el destino de sus padres. Durante su infancia la familia se trasladó a Monesterio (Badajoz, Extremadura) y después a Villarrobledo (Albacete), lugares en los que transcurrió su niñez y adolescencia. Durante la guerra de 1936 combatió con los republicanos extremeños y en Badajoz comenzó a pintar. En 1939, al finalizar la guerra, se vio obligado a exiliarse con su padre en Argelia, donde residió en Orán (hasta 1947), y será encarcelado hasta 1941, permaneciendo en un campo de refugiados. Durante su residencia en Orán trabó amistad con Albert Camus. Fue además en Orán donde realizó su primera exposición. También en Orán moriría su padre, víctima de la tuberculosis y el trabajo extenuante. Durante su exilio en Orán trabajó como profesor de español y además decoró cerámicas.
Fue precisamente en Orán donde comenzó sus primeros trabajos. En 1947 se traslada a París donde poco a poco se va integrando en la vida artística de la ciudad, al igual que hicieran otros pintores españoles pertenecientes a la escuela de París. Así, en 1951, ilustra un libro del poeta Jean Rousselot, “Les mohines d'existence”; mientras que en 1952 es nombrado Socio del Salón de Otoño de París.
Entre los años 1959 y 1962 apareció la serie «Cartografías de la ausencia», que suponen un repaso lleno de nostalgia de las tierras españolas en las que vivió. Desde 1962, el pintor dio un giro a su producción con nuevas series centradas sobre todo en la historia y la cultura clásica española, en cuadros informados de fantasmales figuras como se puede ver en "La Celestina".
Su regreso desde el exilio fue en 1967. En su obra artística la guerra y el exilio ocuparon un lugar capital, dejando testimonio del sufrimiento humano. En 1970, ilustra el libro “Once sonetos de Quevedo”, que se editará al año siguiente, en Suiza.La época final, es la que se abre en 1972, de la que es una pieza destacada Alegorías, mantuvo las reflexiones sobre el pasado a través de muchos otros seres alucinados e inquietantes que aparecen en espacios atravesados por característicos segmentos.
Orlando Pelayo fue también un dibujante prolífico, al igual que un ocasional pero interesante escultor. Residía en París, pero pasaba largas temporadas veraniegas en su Gijón natal.