Manuel Rivera Hernández (Granada, 23 de abril de 1927 - Madrid, 2 de enero de 1995) fue un pintor español, miembro fundador del Grupo El Paso.

Desde su infancia mostró gran disposición para la pintura y la escultura, por lo que su padre lo envió al taller del imaginero, Martín Simón, con el que aprende el oficio, trabajando la madera y el yeso. Estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Granada, donde recibe clases de Joaquín Capulino y Gabriel Morcillo.

Cuando Manuel solo tenía nueve años estalla la Guerra Civil española. Al poco de terminar el conflicto, fallece su madre, acontecimiento que marcará de forma irremediable su vida, y también su trayectoria, ya que su obra se tornaría melancólica e introspectiva. A los quince años, realizó su primer viaje a Madrid, quedando deslumbrado en su visita al Museo del Prado. En 1945, ingresó en la Escuela Superior de Bellas Artes de Sevilla, aquí conoció a la que sería su esposa, Mary Navarro. En 1947 fue nombrado profesor de esta Escuela y ese mismo año expuso su obra en la Asociación de la Prensa de Granada y también fue seleccionado para participar en la Primera Bienal de Arte Hispanoamericano de Madrid, dominando en esta época el arte figurativo.

En 1952 fundó el grupo la Abadía Azul en Granada. En 1953, el Instituto de la Cultura Hispánica, le invita a participar en el Curso internacional de Arte Abstracto celebrado en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo de Santander. En el transcurso de las actividades que allí tuvieron lugar, Manuel tuvo la oportunidad de conocer a numerosos artistas y críticos de arte. Este curso va a suponer una inflexión en su carrera artística, comenzando a partir de entonces a adentrarse en el arte abstracto, que se materializa en sus series abstractas, como la que se titula "Albaicines". Su participación en las ediciones de la Bienal de Hispanoamérica refuerzan el peso de su nombre. En 1956, Rivera viaja a París donde toma contacto con el arte contemporáneo de su tiempo, a la vez que busca su propio lenguaje.

Participó en 1957 en la creación del grupo El Paso, un colectivo de artistas y críticos de gran relevancia que revolucionó el arte español de la posguerra y que supuso la introducción del informalismo en España, celebrándose en abril de 1957, la primera exposición del grupo en la Galería Bucholz de Madrid, en la que presenta sus telas metálicas, realizadas en un solo plano. Su integración en El Paso marcará su trayectoria de forma sustancial, empezando a ser conocido a nivel nacional e internacional. El artista granadino se muestra acorde con su grupo y muestra una doble condición, internacional y castiza. Apuesta por una abstracción cargada con tintes expresivos y concede gran importancia a la identidad abrupta de lo matérico.

En 1959, realizó su primera exposición individual en Madrid, en las salas del Ateneo. En 1965, participó en la exposición Adquisiciones recientes en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y expuso en diversas ciudades de Estados Unidos, así como de Marruecos y Sudáfrica.

A partir de este momento se produce una consolidación de la expresión plástica de Rivera. Ya desde 1956, el artista comienza a moverse dentro de la experimentación tangible de la materia. Las posibilidades de ofrecer un tacto real, significan la apropiación poética del espacio físico. Pero su lenguaje acapara también los principios básicos del movimiento y la luz dependiendo de cómo se sitúe el espectador frente a la obra.

Esto supone que quien contempla la obra deja de ser simplemente un observador, y se transforma en sujeto activo. Aquí radica un rasgo fundamental en la obra que produce Rivera a partir de este momento. En algo como lo que cifraba Delacroix, en una página de su diario de 1850, lo esencial del hecho artístico.

En 1967 inició la que sería su segunda etapa pictórica, con la serie Papeles japoneses, en la que accedió a nuevos procedimientos técnicos, con una gran influencia del arte oriental y una intensificación del color. En 1985, realizó conjuntamente con el dramaturgo Antonio Gala y el músico Manolo Sanlúcar, El testamento andaluz, realizando una pintura y tres dibujos de cada una de las capitales andaluzas, en los que se recoge lo más significativo de cada una de ellas.

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