Baltasar Lobo Casquero (Cerecinos de Campos, Zamora, 22 de febrero de 1910-París, 4 de septiembre de 1993) fue un dibujante y escultor español muy conocido por sus composiciones que representan madres e hijos.

Baltasar Lobo, el escultor zamorano de mayor renombre internacional en el siglo XX, nació el 22 de febrero de 1910 en Cerecinos de Campos, pueblo de Zamora, el seno de una familia humilde, su padre, Isaac, era carretero. Ya desde la infancia, su espontánea habilidad para el dibujo y el modelado, así como su temprana y decidida vocación artística, dirigieron sus pasos por el camino de la escultura. Con doce años entró como aprendiz en el taller del escultor-imaginero Ramón Núñez en Valladolid, a la vez que se iniciaba como modelador en la Escuela de Artes y Oficios. Gracias a una beca en 1927 pudo continuar su formación en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, donde también pudo asistir a las clases de Círculo de Bellas Artes, especializándose en la talla directa de la madera y el mármol. Durante estos años descubrió con admiración la obra de los grandes artistas españoles del momento: Picasso, Dalí, Miró o Gargallo, entre otros.

Fue uno de los artistas que contribuyeron al proyecto de la Ciudad Universitaria de Caracas e hizo las ilustraciones para la traducción inglesa de la obra Platero y yo de Juan Ramón Jiménez. Su reconocimiento internacional se tradujo también en numerosos premios y distinciones, como el Premio André Susse de Escultura (1958), el Premio Jacques Lenchener (1974), el Premio Oficial de las Artes y las Letras (Francia, 1981), la Orden Andrés Bello del Gobierno de Venezuela (1989) y la Medalla de Oro Susse Fréres Fondeul.

En la década de los 80 afortunadamente se estrecharon sus lazos con la tierra que le vio nacer y que él nunca quiso olvidar. Así, en 1984 celebró su primera exposición en Zamora y, dos años después, la VIII Bienal de esta ciudad le dedicó una sala especial en homenaje a su fructífera trayectoria artística. Los galardones en España llegarían necesariamente tras el cambio político: en 1984 fue galardonado con el Premio Nacional de Artes Plásticas de España, y, en 1985, con el Premio de Castilla y León de las Artes.

Baltasar Lobo murió en 1993 y fue enterrado en París en el Cementerio de Montparnasse. La muerte le sorprendió cuando estaba preparando, en colaboración con diversas entidades públicas y financieras, un ambicioso proyecto museográfico para la exhibición y estudio de su obra en la capital zamorana. Gracias al Patronato Baltasar Lobo se ha podido disfrutar de una exposición permanente de parte de su obra en la iglesia románica de San Esteban, acondicionada provisionalmente, en tanto se rehabilitaba el castillo de Zamora, destino definitivo para albergar el Museo Baltasar Lobo.

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